domingo, 12 de junio de 2011

El ballet imperial ruso- Mariu Petisa

San Petersburgo será el escenario del ballet imperial ruso y su figura fundamental, Marius Petipa, que lo dotará de sus características esenciales. Los bailarines eran educados en la escuela Maryinski con el rigor de la disciplina militar y vestian uniforme semejante al de los militares; esta disciplina dio lugar a toda una generación de artistas por completo dedicados a la danza. El ballet es considerado como un arte y esto tendrá un efecto decisivo en el desarrollo futuro de la danza. Las circunstancias previas a la llegada de Mariu Petipa a la capital rusa son propicias par ahacer que en unas décadas San Petersburgo sea la capital y el centro de la creación coreográfica en Europa. A ello contribuye el que todas las bailarinas románticas viajaran a rusia y consideraran su capital un centro imprescindible en su giras; de entre la sobras llevadas a Rusia tempranamente tenemos el ballet romántico "Giselle", interpretado en 1842 por Yelena Andreyanova. Al mismo tiempo llegan a la capital profesores franceses, italianos y daneses que formarán a los futuros bailarines rusos , que asimilarán las tres escuelas. Particularmente intersante es la presencia de profesores daneses, pues ya sabemos que esta escuela no prescinde del bailarín y le dedica una gran atención, lo que hace que ocurra lo mismo en el ballet ruso. También tienen una gran importancia los coréografos franceses, como Jules Perrot y Arthur Saint-Léon, de quienes aprendería el joven Petipa el arte de la coreografía. Marius Petipa era de origen marsellés, de una familia de bailarines, pero pronto decidió marchar a Rusia para iniciar su carrera, la cual comenzó como bailarín. Con la llegada de Perrot, aprendería el arte de contar una historia mediante la coreografía y con Saint-León a construir divertimentos, pasajes sin acción dramática donde la coreografía y la técnica son el único fin. Pronto se convierte en coreógrafo, siendo su primera creación "La fille du pharaon", ballet en cinco actos situado en Egipto. Lo primero que llama la atención como innvación es la duración del ballet; hasta eses momento un ballet no superaba apenas la hora de duración y se ofrecía dentro de un programa de ópera, pero los ballets de Petipa tienen tres actos, más una apoteosis una introducción, lo que significa que ya era autónomo de la ópera y se desarrollaba como capaz de contar una historia completa. Petipa inaugura también el tipo de ballet llamado de "gran espectáculo", lo que lo desmarca de la línea intimista romántica. Petipa aspiraba a ser maestro de ballet, o sea, director de la compañía, pero esto no fue así de momento, pese al éxito obtenido por su primer ballet. Pasó a trabajar como coreógrafo en el Bolshoi, que presentaba diferencias con la escuela Maryinski; los bailarines de Moscú eran más acrobáticos y dramáticos, mientras que los de San Petersburgo dominaban la técnica, lo que el coreógrafo aprovechó perfectamente. Introdujo en sus ballets la danza española, que había conocido y aprendido en su estancia en España; su admiración por el folclores español no se agotó nunca y la mayor parte de sus ballets cuentan con alguna danza española, y en el caso de "paquita", su primer ballet para moscu con todo un divertimento que recrea en forma estilizada la danza folclórica española. En 1869, coreografía "Don Quijote", basado en el espisodio cervantino. La otra gran obra que nos ha llegado es "La bayadera", inspirada en el ballet romántico de Perrot. En ella encontramos la estética orientalista tan del gusto de la época que permitía una escenografía deslumbrante. La pieza que ha dado fama perdurable a este ballet es la llamada "El reino de las sombras" la verdadera joya de la coreografía de Petipa. Con este ballet Petipa configura el ballet de gran espectáculo que se apartaba del romanticismo parisino o danés. Siguió creando ballet de los que apenas se han conservado pequeños fragmentos, pero su gran hallazgo fue la colaboración musical de Tchaikovsky, para entonces ya un músico de prestigio. Su colaboración efectiva se inaugura con el ballet "La bella durmiente", que se considera la obra maestra de Petipa y que abre la llamada trilogía de Tchaikovsky, que se completará en 1893 con Cascanueces" y en 1895 con "El lago de los cisnes". Con Tchaikovsky queda sentado el principio de que la música para ballet no es un género musical menor, sino un género completo a la altura de cualquier otro. Petipa y el compositor trabajaban en un acuerdo absoluto y en estrecha colaboración. No todos los compositores hubieran aceptado una injerencia tan grande en su trabajo como hizo Tchaikovsky, que atendía todos los requerimientos coreográfico de Petipa con entusiasmo y entrega lo que hacía que el coreógrafo se enfrentara al reto de crear una coreografía tan buena al menos como la propia música. "El lago de los cisnes" fue estrenado en 1877 por el ballet Bolshoi, pero su versión definitiva y su gran éxito no llegaría hasta 1895, y Tchaikovsky no vivió, por desgracia, para asistir a este gran éxito. "El lago de los cisnes" sigue siendo un ballet muy popular entre el público y los artistas; desarrolla una coreografía magistral y cuentan una historia de gran dramatismo con una música que es una obra maestra. Después de este gran éxito, Petipa crea el ballet "Raymonda", de ambiente húngaro, en el que introduce danzas folclóricas de este país en una coreografía magistral , sin dejar de lado su ya tan personal danza española, la cual introduce gracias al argumento medieval del ballet.


Hay que destacar en el ballet ruso creado por petipa la presencia bailarines masculinos, con papeles importantes en las obras, que en París habían sido prácticamente desterrados de escena con la llegada de maestros daneses, sobre todo Johanssen, y de bailarines italianos, como CEcchetti, se forma una primera genéración de bailarines de gran técnica, como los hermanos Legat y Mikhail Fokine, maestros a su vez de grandes bailarines y bailarinas como Anna Pavlova y Vatzlav Nijinsky.

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