jueves, 21 de marzo de 2013

St. Petersburg’s Ballet Academy by Arthur Elgort

Ballet Academy Arthur Elgort, St. Petersburg's

martes, 19 de marzo de 2013

Julia Lezhneva, cantante Rusa de opera



En la joven Julia Lezhneva se alberga un fulgor antiguo. Es más, lo emana, transmite y refleja en su rostro leonardesco y en su timbre vocal, aterciopelado y purísimo. Nacida en 1989 en la Isla de Sajalín - en el confín de Siberia – viene cosechando distinciones y premios desde temprana edad y entre sus maestros y protectores figuran Elena Obraztsova, Alberto Zedda, Kiri Te Kanawa, Teresa Berganza y Dennis O’Neill. Un promisorio debut en Pesaro junto a Juan Diego Flórez impulsó en el 2010 aún mas la carrera de esta novel figura que irrumpe con su primer recital discográfico íntegramente dedicado a Rossini donde incluye tres de las heroínas que le compuso a su musa Isabella Colbrán.
Más mezzo lírica con extensión que soprano propiamente dicha, aúna presencia y voz aristocráticas, línea de canto y elegante fraseo. Desde el inicial Tanti affetti de La donna del lago – vertido con autoridad y gracia poco común – y el siguiente Sombre foret de Guillermo Tell– de exquisita nobleza – encanta en Bel raggio lunsinghieri y la canción del sauce de la Desdémona rossiniana, quizás lo mejor del programa.
Es fácil imaginar a esta figura de porcelana como La cenerentola. En el rondó de Angelina - Nacqui all’affanno - muestra un compendio de virtudes y algún defecto todavía por resolver a sus 20 años cuando se hizo la grabación. Limpia en los ataques, dulce en los pianissimos, ágil en las coloraturas, la voz es a la vez glacial e incisiva (eslava) y mórbida y cálida (mediterránea); sólo en el registro agudo surge algún desliz e incomodidad cuando tiende a tornarse ácido o fijo. Secundada por un Marc Minkowski efervescente a cargo de la Sinfonia Varsovia, Lezhneva no parece competir con formidables mezzos actuales mayores que ella como Joyce Di Donato o Cecilia Bartoli; su lugar es otro, el que por derecho propio le otorga la tersura y pureza de su instrumento. En esta era de voces amplificadas y asépticas, de estrellas producidas en serie (tantas de ellas fugaces), ojalá Lezhneva sepa maniobrar un futuro tan prometedor. Una revelación para tener en la mira.