domingo, 6 de noviembre de 2011

Nannerl, la confidente de Mozart

Una filme de René Féret, que se estrena hoy en España, recupera la figura de la hermana del genial músico, cuyas dotes también musicales fueron ensobrecidas por las de su hermano y por su condición de mujer.
Si fuera de una persona cualquiera, el retrato estaría ahora guardado en algún almacén o quizá en manos de un coleccionista de objetos de época. Pero ella era Mozart, hija de Leopold y hermana de Wolfgang Amadeus. Quien conozca a la familia lo averiguará por el rostro: pómulos ardientes y sonrosados, ojos oscuros y observadores, sonrisa todavía ingenua aunque en algo pícara, simpática.

En 1763, cuando Pietro Antonio Lorenzoni pinta el cuadro aún tiene 12 años, de manera que pareciéndolo, no alcanza a ser mayor. Por eso los detalles parezcan impropios: los pendientes de filigrana, el pequeño tocado, el brocado de tafetán blanco con toda clase de adornos incluido en el traje. En realidad, digno de una princesa, que para eso se lo había regalado la emperatríz María Teresa en Viena, donde ella, Maria Anna, había mostrado sus mejores dotes musicales. Lorenzoni lo sugiere al introducir en segundo plano un clave sobre el que reposa una partitura y al añadir algunos detalles velados (un cortinaje, una columna) que otorgan al cuadro una solemnisdad clásica, digna de alguien con prestigio.

Ver el retrato es fácil: el original se expone en la turística casa de los Mozart en Salzburgo. A su lado cuelga el del hermano, más naif todavía pues siendo tan niño aparece de pie sobre la banqueta de clave, con el traje de gala ribeteado con anchos galones de oro dobles. Lo hicieron para el archiduque Maximilan Franz y que luego se lo regalaron. Lo hicieron para el archiduque Maximilan Franz y que luego se lo regalaron. Mucho lujo para explicar que, por aquel entonces, los dos recorrían Europa alardeando de musicalidad. Luego también, porque la historia cambia en muy pocos detalles. María Anna envejecerá dedicada a la familia y con el prestigio de sus portentosas habilidades artísticas; y el niño cumplirá años sin parecerlo, siempre superdotado para el ejercicio de la profesión e inseguro ante muchos detalles cotidianos. Ambos estuvieron juntos en los primeros años, cuando ella le protegía y acompañaba, y juntos seguirán después: la una confidente del otro y él orgullosos de su hermana mayor.

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