sábado, 8 de junio de 2013

La violinista Julia Fischer reivindica a autores "subestimados" como Suk o Sarasate




La violinista julia Fischer, que en su nuevo disco "Poeme" reivindica al checo Josef Suk, viista esta semana España para una triple cita en vivo en la que hará buena su premisa fundamental: "Lo más importante cuando te subes a un escenario es el compositor, no tú mismo".
El "Double Concerto" de Brahms será el repertorio que disfruten el público de Madrid, el de Valladolid y el de Oviedo, desde hoy y hasta el próximo jueves respectivamente, gracias al virtuosismo de esta joven alemana, de 27 años que recibió una nominación a los premios Grammy con su anterior disco, "Paganini : 24 carpices Op. 1 ".
Llega acompañada del celista Daniel Müller-Schott, así como de la Orquesta Filarmónica de Montecarlo, de la que ha sido artista residente en la temporada 2010-2011, y del director Yakov Kreizberg, con los que además ha colaborado en la grabación de "Poeme".

"Es fantástico cómo reaccionan cuando haces algo nuevo sobre el escenario, inmediatamente lo captan, no hace falta explicarlo", dice sobre ellos la violinista en una entrevista con Efe.


Sobre su nuevo álbum, explica que estaba interesada en grabar el "Poema autunnale", que considera "una pieza maravillosa" del italiano Ottorino Respighi, y reivindicar a un "compositor subestimado en el oeste de Europa", Josef Suk, de quien interpreta "Fantasy in G minor, op. 24".


Decidió redondear el disco con otras dos piezas del mismo período en el que vivieron estos autores y de compositores de otras nacionalidades, razón por la que llegó al "Poème op. 25", del francés Ernest Chausson; y a "The lark ascending", del británico Ralph Vaughan Williams.


"Mi principal reto es no aburrir a la audiencia, especialmente cuando se trata de piezas muy impresionistas, no muy rítmicas y relativamente lentas. Hay que lograr entonces que sean interesantes para el público, que capte los distintos colores", explica.

Fischer, que además ha ejercido de profesora en la Hochschule für Musik, de Fráncfort (Alemania), considera fundamental la identificación con la pieza para poder tocarla sobre un escenario hasta llegar a "amarla", porque, dice, eso es lo que hace de esto "una profesión y no un trabajo".

En sus clases, y a fin de evitar los nervios en la ejecución, intenta que sus alumnos entiendan que, "sobre un escenario, están para el compositor, no para ellos mismos" y, desde ese punto de vista, considera importante "no añadir nada". "Yo simplemente toco lo que está escrito", cuenta.


En 2008 realizó su debut profesional con el piano, algo que no tiene ninguna intención de retomar en el futuro. "Quizás en 20 años me haya cansado del violín y quiera cambiar, pero creo que aquello fue algo único", indica.

Sobre las diferencias entre ambas carreras, destaca entre otros aspectos que "el piano con una orquesta es de alguna forma más fácil, porque no hay 20 pianistas detrás de ti. Con el violín, si cometes un pequeño error, enseguida captas la energía. Saben lo que haces".

Por otro lado, destaca que el repertorio para piano es mucho más difícil. "Además, como pianista además te ves forzado a llevar una vida solitaria", apunta.

Entre sus proyectos futuros figura dedicar los próximos años a artistas que, en su opinión, han sido "infravalorados", como el español Pablo Sarasate. "Escribió como sesenta opus y sólo tocamos la "Fantasía de Carmen" y los "Aires gitanos". Pero creo que hay muchas otras interesantes", comenta.

Además, destaca la idoneidad de este compositor español y de sus coetáneos de principios del siglo XX para atraer el público joven a la música clásica.













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