viernes, 3 de febrero de 2012

Nutcracker tchaikovsky; un mundo mágico

La historia tiene lugar en Alemania, aproximadamente en 1850, en la casa del respetable juez Stahlbaum. El matrimonio Stahlbaum está terminando de adornar el árbol de Navidad. Sus hijos Clara y Fritz se despiertan para recibir a los parientes, tíos, abuelos y primos que llegarán a la celebración que ha preparado la familia. La alegría inunda la casa donde los niños y los adultos se saludan y miran los regalos que esperan para ser abiertos. De pronto, y mientras los niños están abriendo los regalos, aparece el viejo Drosselmayer - mago y padrino de Clara - con su sobrino, del cual se "enamora" la pequeña Clara. Drosselmayer le trae a la pequeña Clara tres grandes cajas envueltas en papel de regalo, que al abrirlas resultan ser un Arlequín, una Colombina y un gran Cascanueces: un soldado de madera que sirve para romper, justamente, las nueces. Ella está feliz, pero su hermano Fritz, celoso por los regalos, le rompe una parte al Cascanueces. El sobrino de Drosselmayer coloca al Cascanueces en una cama de juguete y lo venda. Todos se despiden... ya es tarde. En medio de la noche, Clara va a ver a su Cascanueces. Y mientras lo está acurrucando ¡todo cambia!, las murallas, los juguetes, y los soldados ¡crecen!, y entra “el rey de los ratones”, que seguido de enormes animales de su misma especie enfrenta a los soldados.
El Cascanueces se levanta de la cama y dirige la batalla, apuntando con los grandes cañones que arrojan balas de dulce. Se queda con la victoria. Al final de la batalla, Drosselmeyer conduce a Clara y al Cascanueces al reino de las nieves: un mundo mágico donde todo es ilusión... Clara vivirá un sinnúmero de aventuras, pero al final del paseo, cuando el mundo mágico desparece se hará una pregunta: ¿fue verdad o sólo un sueño?

1 comentario:

  1. En Diciembre tuve la oportunidad de ver "El Cascanueces", representado por el Ballet Estatal Ruso de Moscú, en el Teatro Perez Galdós de Gran Canaria, y fue... maravilloso, divertido, con momentos tristes pero cautivador, una experiencia inolvidable, ¡para repetir!

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