
El Cascanueces y el rey de los ratones
En «El Cascanueces y el rey de los ratones», el cuento original, el autor emplea una tercera parte de su obra para relatar cómo, en la conjunción de los astros, los sabios supieron que Cascanueces —que en realidad era Nataniel, el hijo de Drosselmeyer, aunque feo y contrahecho por la maldición de la Dama Ratona— llegaría a ser príncipe y rey cuando se hiciera amar por una bella mujer. Por la noche, María se va a dormir con su muñeco y vive una aventura fascinante: Cascanueces cobra vida, lo mismo que el resto de los juguetes, y se enfrentan en una gran batalla contra los ratones comandados por su rey.
La adaptación de Dumas
La necesidad de simplificar la historia para adaptarla al ballet llevó a Alejandro Dumas a eliminar una gran parte del cuento original, y a modificar ciertas situaciones; por ejemplo, da a la heroína el nombre de Clara —que en el libro es una de la muñecas de María— y adapta la historia para ser representada en dos actos y cinco escenas. La primera escena es la víspera de Navidad. Drosselmeyer, el padrino de Clara, es un mago y presenta una función de marionetas. Los niños juegan y Fritz rompe el muñeco que le habían regalado a su hermana. En la siguiente escena ha anochecido, la sala donde se encuentra el árbol navideño adquiere un aire misterioso y Clara, al regresar en busca de Cascanueces, advierte que éste y los otros muñecos han cobrado vida y entablan una batalla contra el Rey de los ratones y su ejército; la joven, en un impulso, ahuyenta a los ratones lanzándoles uno de sus zapatos, y entonces descubre que Cascanueces es un príncipe. En la tercera escena la habitación se convierte en un bosque invernal. Ya en el segundo acto, en la escena cuatro, Clara y el príncipe inician un viaje a la cima del árbol, donde hay una nueva batalla contra los ratones, en la que Cascanueces es el vencedor. Ambos visitan el Reino de las Nieves, el de las Golosinas y el Río de la Limonada, donde el Hada del Azúcar baila para ellos, se oye la característica celesta1 y se les presentan danzas de distintas partes del mundo: la danza árabe, la china, la rusa «Trépak» y la danza de los mirlitones. La cereza de las danzas es el «Vals de las flores» creado al más puro estilo de los Strauss. Tras vencer al Rey de los ratones, María y Cascanueces viajan al País de los Dulces donde se encontrarán con el Hada del Azúcar y con el Hada de las Flores. María promete a Cascanueces que lo amará siempre a pesar de su fealdad. Un año y un día después, se rompe el hechizo, Cascanueces regresa convertido en rey de las muñecas y pide la mano de María.
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