lunes, 19 de diciembre de 2011

FÉLIX MENDELSSOHN-BARTHOLDY (1809-1847)Concierto para violín y orquesta en mi menor Op. 64



-Allegro molto appassionato -Andante -Allegretoo non troppo - Allegro molto vivace. El 30 de julio de 1838, Félix Mendelssohn escribió una carta a su amigo Ferdinand David, uno de los más distinguidos violinistas de la época. En ella le decía lo siguiente: "Quiero escribir un concierto para violín par ati el próximo invierno; uno en mi menor estça dando vueltas en mi cabeza, cuya introducción no me deja en paz un momento" con esas palabras Mendelssohn inició la composición última gran obra maestra, que además se ha convertido en uno de los Conciertos más populares en toda la historia musical. Existe una buena cantidad de bosquejos del autor sobre una pieza como la que tenía en mente, peor que datan de muchos años antes de que cobraran su forma definitiva; además impresionante correspondencia que exisitió entre Mendelssohn y David durante seis años al respecto de este concierto, nos da una idea de cúanto deseaba el compositor cuidar hasta el último detalle. Con esa relación, encontramos en Mendelssohn al constructor y arquitecto sonoro mientras que David como su asesor en aspectos técnicos. Y muy cierto es que ran almas muy cercanas; se Concierto siendo apenas adolescentes, y sus carreras se unieron en varias ocasiones: cuando Mendelssohn fue nombrado director de la Orquesta Gewandhaus de Leipzig le pidió a David fuera su concertino, y al funda el conservatorio de esa misam ciudad hacia 1843 nuevamente solicitó a David que tomara bajo su érgida la cátedra de violín. Lo cierto es que dentro de esa intensa relación artística Mendelssohn no había econtrado el tiempo suficiente para componer aquel Concierto que tanto le había prometido a su colega. Fue hasta el 16 de septiembre de 1844 que el compositor terminó la partitura, y hasta el 17 de diciembre le pidió a David que revisara el manuscrito. Finalmente, el Concierto vio la luz el 13 de marzo de 1845, con David en la parte solista y la Orquesta Gewandhaus dirigida por el compositor y director danés Niels Gade. El Concierto para violín de Mendelssohn ha sido admirado desde su estreno como un verdadero ramillete de innovaciones y múltiples virtudes. Al respecto, Donald Francis Tovey escribió: "Envidio en gran medida el regocijo de cualquier persona al escuchar el Concierto de Mendelssohn por primera vez en su vida y encontrar, como en Hamlet, que está llena de citas." Seguramente uno de los momentos que parece como una cita musical para toda la posteridad es la maravillosa melodía con la que inicia el violín tan sólo dos compases de ligera introducción orquestal, lo cual, además, resultaba novedoso en aquellos tiempos (sólo encontrando paralelo con el inicio del Concierto Emperador de Beethoven o el Concierto Jeunehomme de Mozart). La interesante propuesta de Mendelssohn con ello es que solista y orquesta exploren juntos la exposición, dejando a un lado la doble exposición al estilo clásico. Por otro lado, también hace una innovación al ubicar la cadenza no al final del primer movimiento sino entre la sección del desarrollo y la recapitulación. Por si fuera poco, y como también ocurrió en su Sinfonía escocesa, Mendelssohn concibió su concierto para violín en tres movimientos, aunque estos sean escuchados como uno solo en fluir continuo; el puente entre los movimientos primero y segundo lo constituye una nota en el fagot, como evocando el sonido de un órgano, y que nos lleva directamente a uno de los movimientos más ricos del repertorio de este autor. Por su parte, el movimientos central y el final son encadenados por catorce compases en el violín ,protagonizando una suerte de recitativo operístico, lo cual desemboca en una sección plena de virtuosismo y frescura. Joseph Joachim, quien fue uno de los grandes violinistas del siglo XIX, y responsable del estreno de algunos de los más importantes Conciertos par asu instrumento en su tiempo, llegó a declarar: "Los alemanes cuentan con cuatro Conciertos para violín. El más grande de todos, sin reservas, es el de Beethoven. El de Brahms, por su seriedad, compite con el anterior. Max Bruch escribió el Concierto más rico y pleno de magia. Pero el más íntimo, la joya del corazón, es aquel de Mendelssohn."

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